Biografía: O’ Sensei Morihei Ueshiba
O Sensei Morihei Ueshiba, creador del Aikido, nació el 14 de diciembre de 1883 en la ciudad japonesa de Wakayama, en el seno de una familia que profesaba fervientemente la religión budista ‘Bukio-Shim-Gom-Shiu’.
De contextura pequeña y débil, fue el único hijo varón con cuatro hermanas. Su estado de salud durante su niñez llegó a preocupar mucho a sus padres, por lo que estuvo siempre bajo cuidados médicos.
Desde temprana edad jugaba en un templo budista, próximo a su vivienda. Se hizo amigo de los monjes, con quienes desde los siete años leía textos sagrados de su credo.
En su período de adolescente quiso ser comerciante por lo que a los diecisiete años viajó a Tokio (Asakusa) donde trabajó como ayudante de un pariente propietario de una librería, en cuya casa residía. Fue entonces que decidió asistir en la noche, luego del trabajo, a Yagyu Shingau Ryu, antigua escuela de esgrima japonesa.
Las condiciones de Tokio y su debilidad física hicieron que contrajera el mal de beri-beri (kakke), por lo que tuvo que regresar su hogar paterno, muy abatido. No obstante, tomó la decisión inquebrantable de mejorar su condición física.
Diariamente salía al campo a caminar de tres a cinco kilómetros a través de caminos escarpados y gradualmente superó esa distancia. Gracias al excelente clima de su comarca, pasó luego a trotar la misma distancia para después de cierto tiempo, correr hasta diez kilómetros diarios.
Así, mejoró notablemente su salud, por lo que reanudó la práctica de artes marciales y gimnasia, dedicándose de nueve a once horas al día. Al cumplir veinte años desarrolló un cuerpo de porte atlético por lo que el ejército lo admitió de inmediato, pese a su baja estatura (1.56mts).
El joven Morihei Ueshiba se había encontrado con su destino: el dominio de las artes de combate cuerpo a cuerpo. Como soldado su desempeño fue sobresaliente, destacándose por su destreza en el Yu Ken Jutsu (pelea con bayoneta calada). Pidió ir al frente de guerra, pero le dijeron que no, porque sus jefes lo necesitaban como instructor. Insistió tanto que en 1905, cuando tenía veintidós fue a pelear contra las fuerzas chinas, contienda que terminó con la victoria de su país. En ese trance se preocupó por conocer las armas y artes chinas de la guerra. De regreso a su tierra y ya fuera del ejército, su padre le ayudó a abrir un dojo de sumo (combate tradicional japonés) en donde se dedicó a enseñar Yu Ken Jutsu.
En 1908, al cumplir veinticinco años, recibió el título de Yagyu Ryu Jiu Jutsu. Entonces sus jefes del ejército lo convocaron nuevamente como instructor de soldados. Se reincorporó a medio tiempo hasta que decidió finalmente dedicarse a perfeccionar por su cuenta, las artes de combate en un dojo de su pueblo, en donde cada vez que algún maestro pasaba de visita, lo invitaba a que le enseñara sus habilidades.
En 1912 se trasladó a Hokkaido en el extremo norte de Japón, en donde trabajó en agricultura y logró que el Maestro Takeda Sokaku le admitiera como estudiante de su estilo de combate Daito Ryu, base del futuro Aikido. El gran maestro Sokaku reconoció en Morihei Ueshiba a un gran combatiente.
En 1920 al retornar a su pueblo se encontró con Deguchi Onisaburo, monje de la rama Dai Jonkio del Budismo, guía espiritual de su religión y de altísimo nivel moral. Fue este religioso quien le inculcó la idea básica de que el arte marcial no solamente consiste en prepararse para la lucha acondicionando el cuerpo y la mente, sino que, además, es necesario entrenar el espíritu, en busca del conocimiento más profundo de la relación del hombre con la naturaleza o universo.
Morihei Ueshiba comenzó entonces a estudiar la filosofía Zen con ahínco. Acompañado de Onisaburo viajó a Manchuria (China), en donde pasó cinco meses estudiando distinto modos de lucha y el pensamiento budista Zen.
Al regresar a Japón y exponer sus conocimientos adquiridos dentro de la comunidad de artes marciales de entonces, Morihei Ueshiba despertó el interés y reconocimiento de algunos, mientras que otros decididamente se convirtieron en sus discípulos. Maestros de otras técnicas de lucha que prestaban servicios en diversas regiones de Japón, le exigieron que demostrara la efectividad de sus técnicas y hubo quienes llegaron al extremo de desafiarlo públicamente.
Morihei Ueshiba desestimó las provocaciones y sólo en una oportunidad ante la imposibilidad de evitar el reto, combatió con un militar, experto en el arte de Kendo, en un día de primavera de 1925, cuando el maestro tenía 42 años.
Comenzado el combate y cuando el retador se disponía a atacar con su bokken (sable de madera), Morihei Ueshiba, previniendo el golpe, avanzó como un relámpago hacia el atacante, bloqueó el brazo armado y entrando hacia el centro del cuerpo del oponente, lo derribó sin causarle ningún daño físico. Así demostró su superioridad.
Luego del breve combate, cuando se aseaba, Morihei Ueshiba comentó su triunfo y dejó la siguiente percepción para la historia: «Cielo y tierra vibraron ante mí. De la tierra brotó una nube de polvo de oro que envolvió mi cuerpo, transformándome en oro sólido, y en ese preciso instante me pareció estar en el aire. Comprendí entonces el lenguaje de los pájaros y de la naturaleza y tuve una clara conciencia del pensamiento del Creador del Universo. También comprendí que la raíz del arte marcial es el amor al Creador y a los semejantes. En ese momento me brotó una lágrima de felicidad. Por eso, el arte marcial no es lastimar con fuerza a un semejante, con o sin armas, sino por el contrario, es el amor hacia él mismo. No debe buscarse la destrucción del enemigo con guerras, sino construir un mundo mejor».
Kobukan Hombu Dojo
Morihei Ueshiba comenzó entonces a desarrollar su propio pensamiento sobre su arte marcial a partir de las experiencias vividas y la unión de los conceptos primigenios del Ai y el Ki.
En 1927 instaló un dojo en Tokio; cuatro años más tarde fundó el dojo Kobukan, famoso por la intensidad de las prácticas. Se comentaba que no era permitido el ingreso de practicantes que no estuviesen seguros de sí mismos. En 1939, a sus 56 años de edad, recibió el reconocimiento del Gobierno de Japón a su nuevo arte. Fundó entonces la Federación Kobukan Hombu Dojo.
En 1942 viajó a Iwama, en lbaraki, dejando como instructor en Tokio a su hijo, el maestro Kisshomaru Ueshiba. En Iwama construyó al año siguiente el templo de Aikido, Aiki-Jinja. En 1948 convirtió la Federación Kobukan en Federación Aikikai. El 26 de Abril de 1969, habiendo sido condecorado cinco veces por el Gobierno Japonés, el maestro Morihei Ueshiba falleció. Sus restos descansan en Tanabe Wakayama, su tierra natal.
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